El liberalismo según John Gray

Título original: Liberalism

Autor: John Gray

Año: 1986

País: Reino Unido

Una de las ideas que han acompañado al ser humano a lo largo de la historia, es el concepto de libertad. Y es que en el momento en el que el hombre comienza a relacionarse entre sí y a formar grupos sociales, inmediatamente surge la pregunta sobre la mejor manera de coexistir con los demás, y esto nos lleva irremediablemente a cuestionarlos acerca de nuestra propia libertad.


John Gray hace un recorrido a través de la historia del liberalismo, en donde muestra la conformación de este ideal, así como las transformaciones que ha sufrido tanto a lo largo del tiempo como al rededor del mundo, ya que, como señala en su introducción, el liberalismo, a pesar de tener múltiples variaciones, podemos definirlo con algunas características comunes a todas sus vertientes.

Es individualista en cuanto que afirma la primacía moral de la persona frente a exigencias de cualquier colectividad social; es igualitaria porque confiere a todos los hombres el mismo
estatus moral y niega la aplicabilidad, dentro de un orden político o legal, de diferencias en el
valor moral entre los seres humanos; es universalista, ya que afirma la unidad moral de la
especie humana y concede una importancia secundaria a las asociaciones históricas específicas y a las formas culturales; y es meliorista, por su creencia en la corregibilidad y
las posibilidades de mejoramiento de cualquier institución social y acuerdo político.

John Gray, Liberalismo

Con estas cuatro características propuestas por John Gray, podemos ya tener una definición sustancial del liberalismo que nos otorga la posibilidad de unificarlo pese a toda su variabilidad. Y aunque este liberalismo definido es un ideal más bien moderno, sus raíces o antecedentes que giran en torno a la libertad, pueden rastrearse fácilmente hasta la Antigüedad, sin embargo no se pueden dejar de lado las marcadas diferencias que existen entre las concepciones modernas y las antiguas, ya que los momentos históricos son completamente distintos, y mientras en la Antigüedad el hombre se preocupaba principalmente por no tener un gobierno o dominio externo, en la Modernidad, la búsqueda de la libertad se centra en tener menos regulación por parte de las propias leyes. Podríamos decir, que la libertad hoy en día se concibe como algo mucho más individualista.


Sin embargo estas concepciones resultan demasiado generalizadoras, pues incluso dentro de los propios pensadores antiguos ya comenzaban a darse algunos antecedentes de una libertad más individual, pues los sofistas, al hacer una distinción entre naturaleza y convención, estaban al mismo tiempo dinamitando la defensa de la esclavitud que comúnmente se tenía, sosteniendo así la idea de igualdad entre los hombres.


¿Por qué entonces estas ideas de igualdad y libertad entre los sofistas no tuvieron una repercusión mayor en la Edad Antigua? Como ya lo ha dado a notar Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, Platón y Aristóteles cultivaron una visión contraria al liberalismo, en donde sus trabajos apuntaban más bien a una sociedad antiliberal, y cortaban toda posibilidad de individualidad. Basta mirar La República de Platón para darse cuenta de la
estructura social completamente rígida y sin libertad que se estaba planteando, un germen y punto de partida para los regímenes totalitarios que Popper advierte:

Al parecer, es necesario experimentar primero la conmoción de comprobar la identidad
entre la teoría platónica de la justicia y la teoría y práctica del totalitarismo moderno para
poder comprender lo urgente que se torna la interpretación de esos problemas.

Popper, Karl, La sociedad abierta y sus enemigos

De esta manera el liberalismo, aunque como vemos, tiene ciertos antecedentes en la Antigüedad con el pensamiento de los sofistas, quedaría sepultado bajo una cortina platónica y aristotélica que dejarían mayor legado a las épocas posteriores, y que no sería hasta entrado el s.XVII que esta cubierta de filosofía social antiliberal se vendría abajo con nuevos pensadores como Hobbes, Spinoza o John Locke.


Para Hobbes el hombre inevitablemente entra en conflicto con los demás, pues al ser igual a los demás y tener las mismas necesidades, la lucha entre ellos por los objetos que satisfagan sus deseos es incesante, por ello, es necesaria una autoridad soberana que regule y garantice cierta paz en la sociedad. Y es por esto que Hobbes al sostener la seguridad del hombre en una ley natural que busca su autopreservación, lo convierte en un derecho, y así surge el Estado entonces como ese ente que resguarda los derechos del individuo, es decir, esto es lo que podríamos llamar, un primer esbozo del individualismo moderno.

Por otro lado, y aunque Spinoza comparte varios puntos con Hobbes, piensa que la libertad va mucho más allá, pues no simplemente se limita a dejar un camino libre al hombre para satisfacer sus deseos o necesidades, sino que, además de establecer la paz, también busca generar las condiciones para que el hombre pueda realizarse plenamente, y así reafirmar su propia individualidad. En este mismo sentido, y estableciendo que la autopreservación del individuo es un derecho, John Locke comienza a dar pie a los derechos de adquisición de bienes y propiedades, pues de la misma manera que el proteger la vida es un derecho del hombre, nadie entonces puede interferir en la libertad que se tiene para tener una propiedad, pues es un derecho que el hombre tiene sobre la naturaleza como criatura de Dios, y a su vez, sobre lo que se produzca de la naturaleza. Es así que surge el derecho a la propiedad privada ligada a la independencia personal.

Por otra parte en Francia, previo a la Ilustración, surge el grupo de los libertins érudits, que desarrollaron un pensamiento influenciado por los antiguos escépticos en donde negaban la posibilidad de una ciencia de la naturaleza humana y que tampoco creían en el progreso, que eran ideas más propias de los pensadores posteriores en la Ilustración, tales como Condorcet, quien pensaba en que todos los males de la sociedad, eran imposibles de eliminar
totalmente, y más bien se estaba sujeto a la perfectibilidad, es decir a un perfeccionamiento constante.


Ya para el s.XIX, en la Francia posrevolucionaria, es Benjamín Constant quien establece una distinción en la libertad entre una independencia personal y el derecho de tomar parte en el gobierno, pues para Constant, existe una diferencia crucial entre la libertad de los antiguos con la de los modernos, y ésta radica, en que a pesar de que los antiguos defendían la posibilidad de tener decisiones en el gobierno y las leyes, seguían sujetos a la comunidad, es decir, su individualidad era restringida.

Por su parte, los escoceses David Hume y Adam Smith contribuirían de manera importante al desarrollo del liberalismo durante el s.XVIII. Hume en su Tratado de la naturaleza humana, propone las tres leyes fundamentales de la naturaleza: estabilidad en las posesiones, su transferencia por consentimiento y el cumplimiento de promesas, en los cuales se dan los principios básicos de justicia, para después argumentar que es con estas leyes con las que se
garantiza la libertad individual bajo el gobierno de la ley. Adam Smith siguiendo esta misma línea individualista, propone tres importantes rasgos en el sistema liberal, estos serán: la idea de que le sociedad se desarrolla a través de etapas, o épocas que culminan inevitablemente en el sistema comercial o de libre empresa; los cambios del sistema económico y de la estructura política van de la mano; las instituciones sociales son el resultado de las acciones del individuo, pero no de la ejecución intencional o el diseño humano. Esta manera de ver el liberalismo es entonces un individualismo metodológico, en el que el ser humano como individuo es la explicación de los fenómenos sociales. Es así que para Smith todos los aspectos políticos y económicos aparecen ya necesariamente ligados entre sí.


Durante el s.XIX, época marcada ya fuertemente por la Revolución Industrial, y el gran crecimiento de las fábricas, también se vio marcada por la intervención cada vez mayor del Estado en la vida económica, siendo así que los preceptos del liberalismo clásico parecían caer en un bache. Es bajo este contexto que surge el utilitarismo de Jeremy Bentham, en donde el bienestar público juega un papel muy importante para las legislaciones, pues según el utilitarismo, se pueden hacer cálculos aritméticos de los impactos que generan dichas legislaciones en el bienestar público. Más tarde John Stuart Mill, depuraría este utilitarismo, reconociendo que hay distinciones cualitativas entre los placeres que derivan de la propia individualidad del sujeto. Además de esto, Mill en contra del liberalismo anterior, sugiere que las actividades de producción y distribución no están necesariamente mezcladas, sino que los asuntos distributivos están más bien sujetos a la elección social.


Sin embargo, y a pesar de estos cambios en la tradición liberal, que apuntaban a una transformación radical, la entrada del s.XX y el estallido de la Primera Guerra Mundial, trajeron consigo una caída en el apoyo al liberalismo en pos de políticas más intervencionistas y gobiernos menos limitados impulsadas por el crecimiento de las instituciones democráticas que, además, requerían de ciudadanos activos para engrosar las fuerzas armadas durante la guerra. Esta ruptura fue entonces la que generó un nuevo giro en el liberalismo, pues ahora se generalizaba una idea de un Estado mucho más intervencionista y que dirigiera la economía. Sin embargo algunos autores como F.A. Hayek y Karl Popper postularon teorías en contra de estas nuevas ideas intervencionistas, en las que aseguraban que lo único que producirían, serían estados totalitarios.


Luego de este recorrido histórico por el liberalismo y las transformaciones que va sufriendo a lo largo del tiempo, John Gray se centra en los aspectos de orden filosófico, tales como los fundamentos que se han dado, la idea de la libertad, hasta llegar al Estado liberal y los ataques que ha recibido.


En cuestión de los fundamentos, como ya se vio, el liberalismo se ha intentado sostener de diversas formas, en las que de inicio se daban argumentos fundados en la naturaleza para justificarlo, principalmente autores como Locke desarrollaron esta idea de los derechos que parten de manera natural en el hombre, sin embargo, como es de esperar, hoy en día esta justificación parece quedar anacrónica y poco viable como fundamento de los derechos liberales.


Por el lado del utilitarismo, como vimos con John Stuart Mill, se voltea la mirada hacia el bienestar del individuo, siendo de esta manera, que se convierte en algo ya no de derecho natural sino más bien algo psicológico individualista, siendo así entonces la felicidad algo indispensable para la libertad. Sin embargo como podremos suponer, esto entraña algunos problemas, pues si la libertad del individuo es restringida cuando pueda producir algún daño a otros, la base para restringir la libertad no parece tener una especificidad clara, lo cual parece dar por sentado que el daño es ya algo establecido moralmente como si de algo universal se tratara. Es Rawls el que detecta este problema y propone una teoría en la que la diversidad en la moral y coexistencia de diversas tradiciones puedan subsistir.


Esto ya podemos decir que es el origen de un Estado liberal, en el que por definición el poder y la autoridad del gobierno se encuentran limitados por reglas constitucionales que respetan al mismo tiempo la individualidad y la igualdad de las personas bajo el gobierno de la ley. Esto posteriormente daría pie para la defensa de la propiedad privada en el nuevo liberalismo en contraste con el liberalismo revisionista, que de la mano del marxismo abogaba en contra de la propiedad privada, pues pensaban que este derecho, debe estar supeditado en favor de otros derechos. En cambio como John Gray afirma:

En contraste con el liberalismo revisionista, mi argumento es que la propiedad privada es la
materialización de la libertad individual en su forma más primordial, y que las libertades de mercado son componentes indivisibles de las libertades básicas de la persona.

John Gray, Liberalismo

Esto recibe varias críticas respecto a qué pasa entonces con la libertad de aquellos que no tienen propiedades privadas, a lo cual John Gray contesta diciéndonos que incluso aquellos que no poseen propiedades privadas son más autónomos que en los sistemas comunales a los que defienden los marxistas, pues se pueden tomar decisiones importantes al margen del consenso general. E incluso dentro de este marco de derechos liberales ni siquiera es necesario que una sociedad sea totalmente capitalista, pues existe la posibilidad de que sus individuos elijan conducirse bajo principios comunales o socialistas, ya que como Robert Nozick señala, el liberalismo los faculta plenamente para hacerlo.

De esta manera entonces tenemos esta especie de defensa que hace John Gray del liberalismo, en el que mostrándonos las transformaciones que ha tenido a lo largo de la historia, y la multiplicidad de variaciones que se han dado, en primera instancia nos da bases para una unificación del concepto, y después nos entrega las respuestas a las problemáticas que han surgido a lo largo de los años bajo contextos diferentes, y que aunque no entrega conclusiones absolutas del liberalismo como un sistema incuestionable, sí nos muestra la capacidad que tiene de adaptabilidad a los distintos contextos, tanto históricos como regionales, además de sus posibilidades que se abren hacia el futuro.

-Aeternitatis-

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